Edward Hopper representa en Chop suey una escena de lo más normal: dos mujeres, sentadas frente a frente, en una cafetería. Si nos fijamos en los detalles, vemos a otra pareja en el fondo, un abrigo colgando de la pared, una pequeña lámpara, una tetera sobre la mesa, el cartel del restaurante en el exterior, los rasgos del rostro de la mujer que tenemos de frente, y la espalda de la figura con la que conversa. Sin embargo, el resto de elementos se representan con muy poco detalle, como si Hopper pintase a partir de una imagen de su memoria, de la que solo recordase con claridad ciertos objetos, huyendo así del realismo puro.
Con todos estos detalles nos podemos hacer una idea de la atmósfera del restaurante: las voces de los comensales, la iluminación, el olor de la comida… Hopper no nos cuenta una historia, sino que nos habla de sentimientos y sensaciones. La mayor parte de su obra habla de la soledad. En este caso, aunque la escena tenga lugar en un ambiente social, podemos percibir que realmente no está teniendo lugar ninguna interacción entre las personas, sino que cada una está aislada e inmersa en su mundo, y a pesar de usar en su mayoría colores cálidos, podemos sentir cierta apatía o tristeza.
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